Ya inmersos en el mes de octubre se supone que la rutina ya está establecida después de unos largos meses de verano. Aunque la vuelta a la rutina suele servir de gran ayuda también suele venir acompañada de prisas, muchas prisas por querer llegar a todo y a todos. A menudo nos sobrecargamos de tareas que debemos realizar a lo largo del día pero la realidad es que el tiempo del que disponemos suele ser escaso.
Es entonces cuando aparece el estrés y la ansiedad. Como veremos a lo largo de este Post, éste no sólo afecta a nuestro estado de ánimo, sino que también tiene grandes consecuencias en nuestra salud bucodental.
Cuando tenemos una gran carga de trabajo y estrés es probable que seas de las personas que aprieta los dientes o mordisqueas el tapón del bolígrafo por ejemplo. En la mayoría de las ocasiones éste es un acto inconsciente que hacemos sin darnos cuenta pero que sin embargo, puede traer consigo problemas bucodentales graves como micro fisuras en los dientes o Bruxismo.
El bruxismo, o lo que es lo mismo, el hábito por el que se rechinan los dientes sin ser conscientes de ello, sobre todo durante la noche, momento en el que liberamos el estrés de forma inconsciente, puede causar graves desgastes en los dientes así como gran acumulación de tensión en los maxilares e incluso puede ser una de las principales causas del dolor orofacial, debido a la gran presión que sometemos a nuestros dientes y mandíbula. Se aconseja utilizar una férula de descarga para liberar dientes y articulación temporomandibular de tensión.
El dolor de encías es también muy común en personas que sufren grandes episodios de estrés, ya que la eficacia del cepillado unida al aumento de consumo de bebidas azucaradas, la ingesta de alcohol o los malos hábitos como el fumar, hace que nuestras encías se inflamen incluso llegando a provocar el sangrados de las mismas, lo que conlleva a su vez, enfermedades como la gingivitis o periodontitis. Para evitar que esto ocurra o se convierta en un problema mayor, hay que cepillarse los dientes de forma concienzuda, con la presión adecuada para evitar hacernos daño tanto en dientes como en encías.
Cuando estamos estresados el PH de nuestra saliva, tiende a convertirse más ácido como consecuencia de malas digestiones, mala alimentación y hábitos poco saludables, lo que puede provocar una erosión en el esmalte de nuestros dientes haciendo que aparezca las caries. Por ello, aunque “no te de la vida” o siempre vayas corriendo a todos lados, busca un hueco para comer bien y no dejar de lado la rutina de cepillado y uso del hilo dental para evitar, en la medida de lo posible, la aparición de las temidas caries.
Hace poco, en post anteriores, comentábamos la importancia del estrés y la ansiedad para la aparición de llagas y herpes. Si sumamos todos los efectos adversos que produce el estrés en nuestra salud bucodental es lógico que nuestro sistema inmunológico también se vea afectado provocando la aparición de aftas y herpes.